Tú eres la primera y mejor maestra de tu hijo. Nadie lo conoce como tú. Sabes lo que necesita cuando llora, o pone ciertas expresiones faciales. Sabes lo que lo alegra, lo pone ansioso, le da miedo o confianza. Sólo tú puedes ofrecerle a tu niño esos conocimientos. Es el primer paso de su proceso educativo por lo que debes verte a ti misma como su maestra.

Tu bebé llora, sus “buahs”, sus gestos físicos son su lenguaje. Es la forma en que se comunica no verbalmente contigo. Tú le respondes con comunicación verbal, con tus palabras y el tono de tu voz. Tus acciones son el comienzo del desarrollo de su lenguaje y de la comunicación de sus necesidades dirigida a ti. Es “intervención temprana” y “educación”. Tu hijo aprende que si llora, tú le responderás; es una de las primeras relaciones de causa y efecto que adquiere.

Comprendes a tu hijo como ninguna otra persona. Incluso aunque no te des cuenta de eso en este momento, eres la experta y van a apelar a ti para que brindes tus conocimientos a fin de ayudar a los educadores y a los profesionales médicos a cuidarlo y enseñarle.

Dedica el tiempo necesario a abrazarlo, a jugar con rimas infantiles y dejarlo que se entretenga con juguetes blandos que produzcan una especie de silbido. Pon alguna música infantil y cántale o canta con tu hijo. Sigue el ritmo con tu bebé: usa sus pies o manos para hacer movimientos de marcha o como si tocara el tambor. Ríete y haz sonidos graciosos, contesta a cualquier respuesta que recibas de tu niño. ¡Es natural!

Mientras tú y tu hijo están riendo y cantando, estás practicando “intervención temprana”. Todo lo que hagan juntos al jugar es una experiencia de aprendizaje para ambos. La intervención temprana realizada por los padres a través del juego simple, toques intuitivos de amor, o bromas de palabras y sonidos, constituyen un proceso natural entre ellos y el niño. Sucede en forma natural. Así es cómo los bebés aprenden.

No hay diferencia con tu hijo que tiene discapacidad visual u otras discapacidades. Lo que es distinto para el niño en estos casos es la importancia de este tipo de juego. Cualquier actividad que le proporcione experiencias sensoriales -que involucren a sus sentidos del tacto, oído, olfato y gusto- para crear una reacción como resultado directo de su acción, le ayuda a entender desde la más temprana experiencia que es capaz, productivo y que puede hacer lo mismo que los demás.

Susan Singler
Madre de un hijo de 24 años con retinopatía del prematuro y discapacidades adicionales
Nashville, Tennessee