Darius, de casi tres años y que tiene albinismo, estaba jugando en la sala de estar cuando entró su papá, con un pato amarillo de goma. “Darius, vamos a lavar al Sr. Cua-Cuá,” dijo. Darius se rió cuando su papi hizo chillar al pato e inmediatamente se encaminó al baño. En cuanto llegaron, el niño empezó a quitarse la ropa y ante un suave aviso de su padre, la puso en la cesta para lavar. Entonces, su papá le hizo tocar el agua antes de hacer que se metiera para asegurarse de que no estaba demasiado caliente.

Después, Darius jugó durante unos minutos con el Sr. Cua-Cuá y con sus otros juguetes para el baño; el padre lo estimuló para que buscara la toallita azul de lavarse y el jabón. Juntos, asearon cada parte del cuerpo mientras el papá las nombraba. Entonces, lo hizo buscar el frasco rojo del champú y lo ayudó a abrirlo. Después del lavado de la cabeza, le avisó que era hora de salir de la bañera abriendo una toalla grande de un color azul brillante. Una vez que estuvo seco, Darius ayudó a ponerse el pijama, tanto la parte de arriba como la de abajo. Ahora, ya estaba listo para la hora del cuento para ir después a la cama.

Como la rutina de Darius baño-cuento-acostarse es la misma todas las noches, le resulta fácil anticipar cada paso, hacerlo sin muchas indicaciones y tener un sentimiento de independencia. Esta rutina le ayuda a practicar toda una serie de destrezas -aumentar su habilidad manual, aprender palabras y conceptos nuevos y practicar el uso de su limitada visión. La rutina también tiene un principio y un fin. La frase: “Vamos a lavar al Sr. Cuá-Cuá,” le indica que es hora de comenzar su rutina baño-hora de acostarse. Salir del baño en pijama es la señal de que la primera parte ya ha terminado.

Tú puedes tener muchas oportunidades similares de involucrar a tu hijo en rutinas. Piensa en las cosas que hacen juntos casi todos los días, desde tareas de ayuda propia como lavarse hasta juegos. Puedes armar rutinas sobre estos tipos de actividades para ayudarle a anticipar lo que va a suceder y proporcionarle oportunidades de desarrollar destrezas de conceptos, de lenguaje, motrices y sociales.


una mamá con su niñita Desde la infancia, la rutina de esta niñita ha sido ponerse los anteojos de sol antes de salir porque es muy sensible a la luz debido a su albinismo. A los dos años y medio, los ubica con facilidad en la cesta que está junto a la puerta y su mamá la ayuda a ponérselos.

¿Por qué son importantes las rutinas?

Las rutinas ayudan a todos los niños a sentirse seguros de que el mundo es un lugar ordenado. Pero son especialmente valiosas para los niños discapacitados visuales, que tal vez no vean lo que hacen quienes los rodean. La creación de rutinas les ayuda a desarrollar un sentido de causa y efecto y qué es lo que sucederá a continuación durante todo el transcurso del día.

Sugerencias útiles para crear rutinas

  • No esperes que tu hijo cumpla una rutina completa por sí solo. Busca pequeñas formas en las que pueda participar en diversos momentos. Por ejemplo, si disfrutan de bailar juntos, hazle tocar el estuche del CD para encontrar aquel en el que has puesto una marca táctil o en braille para indicar que es el CD para bailar. Tal vez seas tú quien saque el disco fuera de su caja y lo ponga en el reproductor, pero entonces, permítele presionar el botón para que todo empiece a funcionar.
  • Si tu hijo tiene baja visión, busca maneras de agregar color o alto contraste a los objetos que usan repetidamente. Si parte de la rutina de la cena es que coma solo con cuchara, asegúrate de que tanto esta como el bol sean fácilmente visibles en la bandeja de su silla alta.
  • Si tu niño es ciego o tiene muy baja visión, piensa en formas de agregar texturas o braille a los objetos que usa. Si cepillarse el pelo es parte de su rutina de la mañana, cómprale un cepillo que tenga un mango característico que le permita saber que es el suyo.
  • Sé constante al nombrar las cosas. Puede confundir a tu hijo que le digas taza a una taza un día y la llames jarro al día siguiente. Es importante que entienda qué significa la palabra “taza” antes de que empiece a oír que uno se refiera a ella como jarro. El paso siguiente va a ser que se dé cuenta de que el mismo objeto puede tener dos nombres distintos.
  • Cuando ves que tu hijo anticipa lo que va a suceder a continuación, sabrás que has tenido éxito en la creación de su rutina. Puedes darte cuenta por sus acciones, aunque sea demasiado pequeño para decirlo con palabras. Por ejemplo, después de que le pongas las medias, puede buscar o tratar de alcanzar los zapatos, con lo que te permite saber que entiende que los zapatos se ponen en los pies después de las medias.
  • Después de que tu hijo pueda hacer un paso de una rutina en forma coherente, agrega el aprendizaje de otro nuevo, tal como hacer que te ayude a ponerle cada zapato. El período de atención de un niño pequeño tiende a ser breve, de modo que planifica pasos pequeños, lógicos, uno después de otro, de modo que pueda participar parcialmente a medida que los dos juntos repiten las rutinas cada día.