Lo primero que la gente notó en Nathan fue su atractivo trajecito y sus encantadores zapatos. Sólo mucho después, realmente se dieron cuenta de que no enfocaba los ojos. Para ese momento, el “dulce” trajecito ya había ganado la partida. La gente no se sentía incómoda porque ya lo habían identificado como un “bebé tan rico… con un trajecito tan lindo”. “Ya tenía su lugar”. Cuando notaron su discapacidad, no le pareció algo tan malo.

Llámenlo egoísmo o supervivencia, pero después de esa experiencia, siempre me ocupé de que Nathan estuviera bien vestido cuando salía a la comunidad. Quería que la gente lo viera primero a él, no a su discapacidad. Nos guste o no, cuando “nos adaptamos” nos aceptan más. Las ropas nos proporcionan una manera de ser como los demás. Pregúntenle a cualquier adolescente.

Todavía me ocupo de que Nathan use ropa a la última moda, que su pelo esté cortado como el de sus iguales, que se lo vea “genial”. Es importante para él ganar su lugar, recibir elogios de los otros, que lo vean en una forma positiva. Es importante para mí también. Vestirse como todos los demás es una forma de promover la aceptación.

Susan Singler
Madre de un hijo de 24 años con retinopatía del prematuro y discapacidades adicionales
Nashville, Tennessee