Tu hijo, a estas alturas, es demasiado joven para conducir un auto. Pero es muy posible que cuando esté en sexto o séptimo grado, algunos chicos ya empiecen a hablar sobre este tema y qué tipo de auto les gustaría tener. Seguramente, tu hijo deseará tener la expectativa de obtener una licencia de conductor también, pero a menos que tenga un importante resto de visión útil, no se puede plantear esa opción. Sin embargo, eso no significa que no pueda llegar a ser una persona diestra e independiente sin manejar automóvil—capaz de desplazarse con seguridad en su barrio, en pueblos y ciudades de todo el país y del mundo, si eso es lo que quiere hacer. Puedes ayudarlo a estar preparado para ir solo a cualquier parte a la que lo lleven sus intereses.


La jovencita entre en el taxi

Cuando entre en el taxi, esta jovencita está preparada para decirle al conductor la dirección a la que ella y su familia necesitan ir.


Si tu hijo no ha pasado una evaluación de orientación y movilidad (OyM), habla con su maestro de estudiantes con discapacidad visual y otros miembros de su equipo educativo acerca de una derivación para realizar esos tests. Si le recomiendan tal entrenamiento, aliéntalo a trabajar en esta área para ampliar sus destrezas de desplazamiento.

Siempre que tú y tu hijo estén juntos en un auto, dile a qué prestas atención mientras conduces. Por ejemplo, indícale que el conductor que va delante ha disminuido la velocidad y está haciendo señales con la luz intermitente, para indicar que va a hacer un giro a la derecha en la próxima intersección. Describe la información y las señales de advertencia que están situadas a lo largo de la carretera y explícale por qué son importantes. Si tu hijo puede ver, anímalo para que use la vista para ayudarte. Podrías pedirle que te diga cuándo ve una señal roja y blanca grande porque es parte de una estación de servicio y un punto de referencia que te recuerda que es el momento de poner la señal de giro y desplazarte al carril de la derecha.

Cuando salen a dar un paseo por el barrio, anima a tu hijo a caminar un poquito delante de ti y a buscar cosas concretas que le ayuden a saber dónde está—un gran cartel con forma de zapato que está colgado e identifica el local del zapatero remendón, por ejemplo. Estas experiencias contribuirán a que tenga más conciencia de su entorno. Incluso, puedes convertirlo en un entretenimiento si juegan a “seguir al líder” o a “espío”.

Tomen de vez en cuando un transporte público al dar un paseo con la familia. Si le das a tu niño la oportunidad de investigar diversas opciones para trasladarse contigo, ampliarás sus conocimientos y destrezas.

Si llevas a tu hijo a hacer una excursión especial, pídele que asuma parte de la responsabilidad de llegar allí, tal como pedir indicaciones o usar un mapa. Durante el viaje haz que lea las señales en cada punto a lo largo del camino.

Según el alcance de la visión útil de tu niño, puedes tal vez consultar a su especialista oftalmológico acerca de su potencial para conducir con baja visión Si eso entra en sus posibilidades, puedes pedir una derivación para que le hagan una evaluación clínica de baja visión, a fin de analizar el entrenamiento apropiado.

Las experiencias que compartas con tu hijo ahora le podrán ayudar a desarrollar una seguridad cada vez mayor en su habilidad de explorar el entorno en forma independiente—lo que, a su vez, puede ampliar su educación, su carrera y sus elecciones vitales personales.