Hablar de las diferencias físicas entre chicos y chicas y explicar la distinción entre conducta pública y privada forman parte de la preparación de un niño para la adolescencia. Las criaturas con discapacidad visual no tienen la ventaja de observar los cambios que se producen en sus compañeros. A las chicas se les desarrolla el pecho y a los muchachos les brota la barba. Cuando llegan a la madurez sexual, necesitan una información franca y detallada que les ayude a entender que lo que les pasa—o lo que pronto les va a pasar—es parte normal del crecimiento. Puedes sentirte un poco incómoda al analizar los aspectos emocionales y físicos del proceso, pero probablemente vas a tener que ser la que aborde el tema.

La clave es la información

Algunos padres son reacios a comentar la sexualidad. A otros les preocupa que hablar con los adolescentes acerca de conductas sexuales tales como besarse, acariciarse o tener relaciones, los estimule a probar esas actividades. Podrían hacerlo en cualquier circunstancia pero si entienden toda la gama de conductas sexuales y sus consecuencias, tienen oportunidad de tomar decisiones con fundamento acerca de su propio comportamiento. Armados con conocimientos, van a tener más confianza en sí mismos y, en última instancia, van a estar más seguros.

Los compañeros y amigos con vista de tu hijo recogen una cierta cantidad de información sexual por observación y tal vez ya hayan compartido “lo que saben” con tu hijo adolescente. Pero la información que reciba de este modo, probablemente sea fragmentaria—parte de ella puede ser correcta y otra, equivocada—por lo que realmente necesita que cubras la brecha y corrijas las falsedades. Por ejemplo, si un chico adolescente tiene una eyaculación nocturna—un “sueño mojado”—sin ninguna información previa, podría pensar que algo está muy mal en él pero, al mismo tiempo, tal vez se sienta demasiado avergonzado para hablar de eso con un adulto. Necesita saber de una fuente confiable—tú—que es una parte natural del desarrollo físico de un chico. Del mismo modo, sería esencial hablar a una chica adolescente acerca de la menstruación. Lo más importante es que tu hijo o tu hija necesitan saber que pueden plantearte cualquier pregunta o preocupación y que tú les vas a dar respuestas directas y los vas a ayudar a manejar cualquier problema que puedan tener.

Educación sexual en la escuela

Muchos sistemas escolares incluyen la educación sexual como parte del currículo de educación de salud. Si tu hijo adolescente va a seguir un curso de este tipo, pídele al maestro de estudiantes con discapacidad visual que trabaje en estrecho contacto con el profesor para asegurarse de que tu muchacho tenga pleno acceso a la información. Por ejemplo, puede necesitar ver de cerca o tocar modelos anatómicamente correctos, practicar en ellos el uso de dispositivos contraceptivos o recibir explicaciones más detalladas de lo que se requeriría con un adolescente con vista. En la escuela, el maestro de estudiantes con discapacidad visual es la mayor fuente de apoyo de tu hijo para garantizar que capte al máximo el material.

Masturbación

La masturbación es una parte normal del desarrollo sexual. Puedes sentirte incómoda de plantear el tema, pero es importante que tu hijo adolescente sepa que es una manera natural por la cual muchos chicos y chicas exploran y satisfacen sus urgencias sexuales. Puedes también ayudar a tu hijo a entender que es una actividad aceptable solamente en la privacidad de su propia habitación o en el baño.

Autoestima y sexualidad

Con frecuencia hay una fuerte relación entre la autoestima y la sexualidad. Si tu hijo adolescente se siente confiado acerca de sus habilidades y atractivo, es menos probable que piense que la actividad sexual es algo para estar fanfarroneando o que busque tranquilizarse por medio de la intimidad con muchas parejas diferentes.

Citas

Pedirle una cita a alguien puede ser sobrecogedor para cualquier adolescente, ya sea vidente o discapacitado visual. Predomina la posibilidad de que lo rechacen. Hacer una representación de roles contigo, con un hermano o hermana o un amigo en quien confía es un buen camino para superar la ansiedad y adquirir más desenvoltura para hacer planes sociales.

Si tu hijo no puede manejar un automóvil, desplazarse de un lugar a otro puede plantearle un desafío. Habla con él acerca de diversas maneras de llegar a un cine, a un restaurante o a una fiesta. Tomar un taxi es una posibilidad—pero es caro. La respuesta podría ser ir en ómnibus o hacer una cita doble con un amigo que pueda conducir. O tú podrías ofrecerte como chofer esa noche. Con buenas destrezas de orientación y movilidad y la habilidad de desplazarse en forma independiente, es probable que tu hijo se sienta más seguro acerca de cómo manejar los retos que le plantean el transporte para la cita y los aspectos sociales juntos.