A medida que los niños pequeños acumulan vocabulario, empiezan a usarlo para comunicar lo que quieren -y lo que no quieren. Hacia los dos años, la mayoría puede seguir directivas simples de dos pasos, tales como “Busca tus zapatos y tráemelos” y quizás puedan poner dos o tres palabras juntas para expresarse, tales como: “Yo hace” o “Quiere jugo”. Tu hijo puede ahora usar palabras para comunicarse pero también emplea gestos, gritos y otras acciones como soltarse de tu mano cuando no quiere ponerse su chaqueta o empujar el bol hasta tirarlo de la bandeja de la silla alta cuando no quiere su cereal. Entiende más lenguaje de lo que puede expresar.

Es importante que le sigas hablando en forma permanente, como cuando era bebé. Ahora que entiende tus palabras, céntrate en actividades y objetos que le interesen o que tú quieras compartir con él para ayudarlo a entender mejor el mundo. Relaciona lo que estás diciendo con sus experiencias previas. Por ejemplo, cuando te ayude a sacar una caja de helado de la nevera del supermercado, habla con él de lo frío que se siente y del sabor del helado que está en la caja. Léele y comparte con él objetos o ilustraciones que estén vinculadas de alguna manera con el cuento.

Aunque la mayoría de los niños que ya saben caminar pueden usar lenguaje para expresarse, es posible encontrar una gran gama de habilidades en pequeños de la misma edad, desde los que usan frases de dos o tres palabras hasta ¡los que hablan en párrafos! A esta edad su lenguaje receptivo -su comprensión de lo que dicen los otros- es aún mayor que lo que pueden expresar ellos, que su habilidad de compartir sus pensamientos.

Puedes observar que tu hijo te repite todo lo que dices. Por ejemplo, si has dicho “Oigo venir a tu hermanita,” él puede repetir, “oír venir manita.” Esta conducta se conoce como ecolalia y es común en los niños pequeños. Sin embargo, puede ser más frecuente y durar más entre los que son ciegos o deficientes visuales, de modo que tienes que prestar atención para ver si tu niño lo hace muchas veces; entonces, tal vez debas pensar en encontrar formas de ayudarlo a aprender a usar su propio lenguaje en forma espontánea (ver Ampliar las destrezas de lenguaje en la sección de Preescolares).

Tal vez adviertas que tu pequeño se refiere a sí mismo por su nombre, en lugar de usar pronombres -dice “Joe va tobogán,” por ejemplo, en lugar de “Yo voy tobogán.” Los pronombres como “Yo”, “tú”, “él”, “le” y “ellos” son difíciles de aprender para todos los niños, pero con frecuencia parecen ser peores para los que tienen discapacidad visual. Una estrategia que puede funcionar es ponerte detrás de tu hijo y susurrarle en el oído lo que tendría que decir cuando otro adulto conversa con él. Demuéstrale cómo se usan los pronombres cuando le hablas a él, y estimúlalo a hablar de sí mismo como “Yo”.

Empieza a mostrarle las clases de gestos que la gente usa normalmente en la conversación que él tal vez no pueda ver, tales como sacudir y asentir con la cabeza, hacerle señas a alguien para que se acerque o fruncir el seño para mostrar descontento. Descríbeselos cuando veas a alguien que los usa y aliéntalo a hacerlos en los momentos en que sea natural en las conversaciones. Hacer “adiós” con la mano es un buen ejemplo.

Los conceptos que involucran espacio, tales como “adentro” y “afuera” y “frente a” y “detrás”, son difíciles de captar plenamente para los niños discapacitados visuales. Si involucras a tu hijo en actividades cotidianas, tales como sacar las cucharas del cajón y ponerlas en la mesa antes de la cena y describir lo que tú y él están haciendo, puedes ayudarle a aprender esos conceptos. ¡Recuerda ser sistemática con las palabras que uses para describir tus acciones!