Leerle es importantísimo para su desarrollo en muchos aspectos, incluso para enseñarle diversos conceptos y experiencias, mejorar sus destrezas de comunicación y prepararlo para que aprenda a leer (ver Ayudar a tu bebé a aprender acerca de la lectura y escritura y Promover el desarrollo de las destrezas de lectura y escritura de tu hijo). Si es ciego o tiene baja visión, adaptar sus libros para que presenten aspectos táctiles—a fin de que leerlos implique también tocarlos—va a hacer que participe más en esta experiencia. Incluso si tu hijo tiene un buen resto visual, el agregado de alguna información táctil a los libros o la creación de una caja o bolsa de cuentos que lo acompañen, va a hacer que la lectura sea aun más divertida para ambos.

Elegir un libro

Cuando elijas un libro para leer con tu hijo, busca uno que tenga ideas, objetos y actividades relevantes para él. Si se baña regularmente, un relato sobre la hora del baño va a ser algo que entienda porque ha tenido una experiencia similar. Si tiene baja visión, elige libros con ilustraciones que no estén atestadas de imágenes. Busca las que presenten un buen contraste con el fondo. Permítele acercarse tanto como quiera de modo que pueda verlas.

Tu hijo no va a poder sintonizar con todos los libros en una primera experiencia. Uno que se refiera a un safari en la selva va a ser más difícil de entender porque nunca ha estado en uno. Si un relato contiene conceptos e ideas con los cuales tu hijo no está familiarizado, trata de relacionar esa información con algo que conozca. Si el libro del safari tiene una sección sobre un león, por ejemplo, puedes hablarle del león del zoológico. Si no lo ha visto, pero tiene experiencia con un gato, dile que es mucho más grande que este animalito, tiene garras muy filosas y, como un gato, tiene cuatro patas, una cola y piel.

Si tú y tu hijo van a tener una nueva experiencia—por ejemplo, su primera visita al dentista—busca un libro sobre este tema. Puedes usarlo como una forma de ayudarlo a prepararse para eso y presentarle nuevo vocabulario, tal como “sillón del dentista” e “hilo dental”. Si no puede ver las ilustraciones, quizás sea necesario que le des explicaciones breves y claras, relacionadas con experiencias que ya haya tenido. Después de ir al dentista, lean el libro juntos otra vez, de modo que los dos puedan conversar sobre eso.

Se dispone también de libros impresos tanto en letras comunes como en braille para niños que probablemente lleguen a leer en este último sistema. Tú puedes leerle la letra impresa común mientras lo estimulas a seguir el braille con sus dedos. Estos libros se prestan gratuitamente en el National Library Service for the Blind and Physically Handicapped (Servicio Nacional de Bibliotecas para Ciegos y Discapacitados Físicos) o se pueden comprar en organizaciones tales como Seedlings y la National Braille Press (Imprenta Nacional Braille), o el maestro de estudiantes con discapacidad visual de tu hijo puede prestarte algunos.

Agregar dibujos táctiles y braille a un libro

Prácticamente a todos los niños les encantan los libros con texturas y objetos que tienen que ver con la historia, como por ejemplo, el clásico “El conejito Pat”, y esas características son especialmente útiles para los niños que ven poco o nada. Cuando en los libros de tu hijo hay ilustraciones que no puede ver, tienes también la posibilidad de agregar tus propios componentes táctiles a la imagen. Para hacerlo mira el dibujo y distingue lo que es importante para entender la historia. Por ejemplo, en un libro sobre la acción de tomar un baño, la bañera será importante, pero no las plantas que estén en el alféizar de la ventana más arriba. Cuando agregues materiales táctiles a la ilustración, sólo hazlo con las partes fundamentales. Podrías tomar un trozo de plástico para envolver y cortarlo de modo que cubra la bañera de la foto. Para representar al niño que está en ella, puedes usar hilo para el pelo y agregar un pedacito de tela de toalla para que simule la toallita para lavarse. No necesitas incluir un montón de detalles, como los ojos y la nariz del niño; le estás ayudando a tu hijo a aprender que cada textura representa un objeto o elemento de la ilustración.

Puedes encontrar instrucciones o dispositivos para hacer dibujos o diagramas táctiles—representaciones de ilustraciones en las cuales las líneas están en relieve. Sin embargo, ten en cuenta que un dibujo bidimensional realzado, como el de un cepillo de pelo, no es como el objeto real en tres dimensiones y no necesariamente va a transmitir la imagen de eso a tu hijo. Primero, él necesita experiencias y entender qué es un cepillo, antes de que pueda comprender que una imagen de él es lo mismo que el objeto.

Siempre que sea posible, puedes añadir objetos reales a los dibujos. Si el libro habla acerca del niño en la bañera que está usando jabón, puedes pegar una barrita o un trocito de jabón sobre la imagen. En la mayoría de los casos, el agregado de dos o tres texturas por página es suficiente.

Si tu hijo es un lector de braille o potencialmente puede llegar a usar este sistema, puedes agregar braille al libro. Varias compañías fabrican unas láminas transparentes sobre las que puedes escribir en braille, y luego cortarlas y fijarlas a la página. (El maestro especializado de tu hijo puede mostrarte cómo hacerlo y ayudarte a aprender lo necesario sobre el sistema braille).

Otra idea es hacer juntos sus propios libros táctiles sobre experiencias o actividades que le gustan (ver Ayudar a tu bebé a aprender acerca de la lectura y escritura). Por ejemplo, un cuento sobre un gatito puede ser muy interesante para un niño que tiene uno (ver Promover el desarrollo de las destrezas de lectura y escritura de tu hijo).

Hacer bolsas o cajas de cuentos

Las bolsas o cajas de cuentos son una colección de materiales que se usan para hacer una demostración de la historia cuando se lee un libro en particular, ya sea ilustrado e impreso en letras comunes o uno al que se haya agregado braille. Cuando selecciones los materiales para ponerlos en la bolsa o caja, busca cosas que a tu hijo le guste tocar. No tienes que tener todos los objetos que se nombran en el libro, sino que conviene que te centres en los que son importantes para representar el relato. Podrías tener un libro sobre un niño que vive en una granja y disfruta jugando en el barro del corral, dándole heno a los caballos, recogiendo los huevos de las gallinas y comiendo tomates de la huerta. No será posible conseguir los animales del cuento para tu bolsa o caja, pero podrías conseguir un poco de heno, un huevo duro y un tomate. Mientras tu niño y tú leen el libro juntos, puedes hacer que él saque cada objeto de la caja cuando lo nombras. Él puede representar la historia por medio de estas cosas.

Cuando hagan una representación, evita usar objetos de plástico tales como una copia de una fruta o animalitos en miniatura. Para un niño que es ciego, hay poco o ningún parecido entre un caballo de plástico pequeño y esa criatura grande, tibia, que respira, cubierta de pelo que es el animal real. No sólo eso, sino que percibir la diferencia entre un tomate y una manzana de plástico puede ser difícil para muchos chicos. Es mejor usar los objetos reales, siempre que sea posible. Si necesitas emplear algo que no sea real—como por ejemplo un ratón de peluche en lugar de uno de verdad—habla con tu hijo acerca de la diferencia entre lo que “se parece” y lo “real”.

Ya sea que uses libros de la biblioteca, uno favorito para la hora de ir a la cama del estante del dormitorio, uno de cuentos impreso en letras comunes y braille o uno que hayas hecho tú misma, si se agrega a la sesión de lectura la experiencia de tocar, le va a ayudar a que esta actividad cobre vida para él.